Para los que somos ateos y vivimos a más de 600 kms de Madrid, la visita del papa no deja de ser una historia ajena, de una reunión de sectarios aprovechando la visita del jefe.
Es cierto que tiene una componente político-económica: nada justifica que un estado gaste dinero en actividades que deberían ser del ámbito privado y el servilismo que muestran las autoridades españolas hace ya mucho que ha superado mi capacidad asumible de escándalo.
Tengo curiosidad por ver el comportamiento, el día que los musulmanes reúnan centenares de miles de culos mirando en dirección contraria a la Meca. A donde se dirigirá tanta reverencia servil.
Los que piensan de forma parecida pero viven en Madrid y han tenido que sufrir la visita, han sido menos afortunados. Uno de ellos, Javier Marías, publica hoy un artículo sobre la experiencia. En excomuniones de quita y pon, el autor nos explica su visión. Tras leerlo no tengo más remedio que darle la razón i sentirme solidario
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