Javier Marías a part d’un gran escriptor és un dels milers de ciutadans descontents amb la situació actual, que malgrat tot continua pensant que és una obligació anar a votar. La seva visió de Rubalcaba, sense deixar de ser crítica, és una invitació a actuar en front dels que alguns consideren inevitable.
"Ha aparecido, sin embargo, un candidato que me parece inteligente, oh milagro. ... pero a él lo veo inteligente, a años luz de todos los demás. Y tampoco creo estar solo en esa apreciación, dado que es siempre el político mejor valorado en los sondeos -o el menos denostado, si se prefiere-. Sin duda es artero y ocasionalmente demagógico, pero nadie que se dedique a su profesión está a salvo de eso, y quizá no deba estarlo, más le vale. Lo cierto es que Rubalcaba argumenta y razona y explica, lo cual se diría lo mínimo que ha de exigírsele a un candidato y sin embargo es casi insólito en España. No chilla, no se desgañita, no suelta una tras otra frases hueras y altisonantes. No da la impresión de tener la cabeza vacía, como les sucede a Rajoy y a Cayo Lara, o llena sólo por una idea fija hipertrofiada, como les ocurre a Urkullu, Mas, Rosa Díez y otros cuantos. Da la sensación de ser un hombre flexible y hábil, con capacidad de maniobra y de diálogo y poco proclive a las ocurrencias "ornamentales" que han jalonado los dos mandatos de Zapatero ... Tampoco parece alguien falto de escrúpulos, y eso es fundamental. Su gran inconveniente es que ha formado parte de los últimos Gobiernos. Es mala cosa, no lo voy a negar. Pero, qué quieren, visto el panorama: Rajoy formó parte de todos los Gobiernos de Aznar, lo cual no es ya mala, sino pésima cosa. Si el principal argumento contra Rubalcaba es que es "el pasado", habría que decir que, por desgracia, Rajoy es "el pasado remoto", aquel que nos llevó a la Guerra de Irak con falacias y nos mintió -sin escrúpulos, precisamente- sobre la autoría de los atentados del 11-M..."
1 comentari:
Endevinar la racionalitat del elector ho intentem fer tots, allà com aquí. Tanmateix, la imatge de certs personatges públics pot variar de manera sorprenent en poc temps. Es el que ha passat amb en François Hollande, i que pot passar amb en Rubalcaba.
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