El centre Pompidou és una institució que tots voldríem tenir en la nostra ciutat i, sens dubtes uns dels referents culturals mundials. El fet que estès promogut per un president de república conservador, també dona una proba de la diferència de la dreta europea en comparació amb la casposa dreta que suportem per aquí.
En els últims mesos es pot veure una reordenació de l’obra del Museu sota el títol de, “Modernités plurielles de 1905 à 1970”, un emocionant recorregut per la pintura més emblemàtica del segle XX. 1000 obres, 400 artistes de 47 països, els més coneguts, per suposat, però també bastants, que són poc habituals en els museus occidentals.
Una excusa més, si calia, per un cap de setmana a París
dimarts, 14 d’octubre del 2014
dissabte, 19 d’abril del 2014
Gabo
Gabriel García Márquez es un referente
para mi generación.
La publicación y el gran éxito editorial de Cien años de
soledad coincidió con mi adolescencia, una etapa de mi vida de lectura febril,
en la que escribir y leer eran las
actividades a las que dedicaba todo el tiempo posible y toda la atención
cerebral.
El impacto de Cien años... fue absoluto,
de los que te descolocan semanas, a los que vuelven de forma recurrente una otra
vez. Después, de inmediato, la volví a leer con mayor sosiego sin la premura y la urgencia de la primera
vez. Desde entonces Cien años de soledad forma parte de mi universo literario y, aún
más, de mi experiencia vital.
Pero la novela de García Márquez fue mucho
más que una lectura apasionada, fue una experiencia iniciática, el inicio de una
relación apasionada con la literatura sudamericana y a partir de ella con la
del resto del mundo.
Después de Cien años vinieron El coronel…,
El Otoño del patriarca, Crónica de una muerte anunciada, El amor en los tiempos
del cólera… cada nueva novela una reafirmación.
García Márquez también fue para mí la puerta
de entrada a la gran pléyade de
escritores sudamericanos: a los ya consagrados como Borges, César Vallejo,
Asturias… pero también a los Cortázar, Mujica Laínez, Juan Rulfo, Donoso, Octavio
Paz, Vargas Llosa, Bryce Echenique, Onetti, Benedetti, Carlos Fuentes… y más tarde al gran Roberto
Bolaño.
Ya sé que suena a tópico, que es poco
original: el hombre ha muerto pero el escritor estará siempre vivo i ocupará un
lugar de honor en la literatura universal.
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Literatura i llengua
dimarts, 15 d’abril del 2014
La Manuela
La Manuela, la mare, l’abuela, ens ha deixat.
Sin hacer ruido, discretamente, como era ella.
Sense donar-se importància; ella, que ha estat l’eix, el punt de trobada d’una llarga descendència. Cinc fills, dotze néts, set besnéts (de moment) que fins a l’últim dia han estat presents i actius en la seva memòria prodigiosa. I també en una cita anual, multitudinària, per celebrar un any més envoltada dels seus.
Al final de la vida, els records es fan presents i tots es concentren en un mateix moment: el soroll repetitiu de la màquina de cosir, els brodats, els vestits de núvia, la maduresa i la responsabilitat prematures, les nits “a la luz de un candil”, la vida nòmada...
Desde el blanco radiante de Salobreña hasta la Ítaca definitiva, una casa, y otra casa, y otra casa. Más de cincuenta años de vida compartida con el abuelo José. Doce cambios, doce veces volver a empezar.
Ella era fuerte en las dificultades, fuerte en las renuncias y fuerte en la modestia. La familia daba sentido a la solidez y al compromiso en tantos años de vida en común. Fuerte en la gestión de la miseria, fuerte en el comprar “de fiao”, fuerte en la alegría y en la abundancia (relativa).
Después, con el paso de los años, la vida ha sido generosa: pagar al contado, tener casa propia, viajar a hoteles de cuatro estrellas (aunque fuera de temporada) y tener hijos y nietos guapos, inteligentes y creativos de los que sentirse orgullosa.
La imaginación, los sueños imposibles, las historias, los poemas… un mundo interior y propio, e incluso una relación privilegiada con el más allá – aunque no siempre recibiera respuesta.
Era afable i carinyosa, i amb els anys cada vegada més.
Pels que hem compartit la nostra infància amb ella i els estius a Mas Llunès, era molt més que una àvia i tenia títol propi: l’agüela Manuela.
Sin hacer ruido, discretamente, como era ella.
Sense donar-se importància; ella, que ha estat l’eix, el punt de trobada d’una llarga descendència. Cinc fills, dotze néts, set besnéts (de moment) que fins a l’últim dia han estat presents i actius en la seva memòria prodigiosa. I també en una cita anual, multitudinària, per celebrar un any més envoltada dels seus.
Al final de la vida, els records es fan presents i tots es concentren en un mateix moment: el soroll repetitiu de la màquina de cosir, els brodats, els vestits de núvia, la maduresa i la responsabilitat prematures, les nits “a la luz de un candil”, la vida nòmada...
Desde el blanco radiante de Salobreña hasta la Ítaca definitiva, una casa, y otra casa, y otra casa. Más de cincuenta años de vida compartida con el abuelo José. Doce cambios, doce veces volver a empezar.
Ella era fuerte en las dificultades, fuerte en las renuncias y fuerte en la modestia. La familia daba sentido a la solidez y al compromiso en tantos años de vida en común. Fuerte en la gestión de la miseria, fuerte en el comprar “de fiao”, fuerte en la alegría y en la abundancia (relativa).
Después, con el paso de los años, la vida ha sido generosa: pagar al contado, tener casa propia, viajar a hoteles de cuatro estrellas (aunque fuera de temporada) y tener hijos y nietos guapos, inteligentes y creativos de los que sentirse orgullosa.
La imaginación, los sueños imposibles, las historias, los poemas… un mundo interior y propio, e incluso una relación privilegiada con el más allá – aunque no siempre recibiera respuesta.
Era afable i carinyosa, i amb els anys cada vegada més.
Pels que hem compartit la nostra infància amb ella i els estius a Mas Llunès, era molt més que una àvia i tenia títol propi: l’agüela Manuela.
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