Aceptar tus defectos (lo que se separa de los canones más o menos standards) es quererte, convertirlos en un rasgo positivo y original de tu personalidad es caminar hacia la sabiduria.
El viernes, en un ritual que dura años, fuimos de “calçotada” con la gente de “Elipsos”, en Salomó, donde las calçotades aún no se han desvirtuado por la globalización.
En la mesa, delante de mí, coincidió una amiga de años, Evelyne, que se habia despedido en Madrid y se ha vuelto a incorporar en Paris, después de algunos años.
En estas comidas, aunque se empieza por lo profesional, se habla de todo. Quien me conoce sabe que a mi me cuesta poco llevar la conversación al terreno personal, convencido de que dentro de muchas personas se esconde un universo interesante.
Mi amiga tiene un ojo ligeramenta estrábico que jo creo que mejora su atractivo y que ella intenta disimular con unas gafas de montura excesivamente grande. También, a quien me conoce, no le sorprenderá que su mirada y sus gafas fueran objeto de apasionada y divertida conversació entre los comensales más cercanos a nosotros.
Cuando nos despediamos siguiendo el ritual francés de besuqueo reiterativo, no pude reprimir que unos de mis besos se fuera hacia su ojo.
No tengo una foto de mi amiga por eso pongo una de Mónica Sanz.
Mónica es hermosa, inteligente, tiene una bonita voz y entiende de Economía, pero lo que le da personalidad y lo que a mi me atrae, es la mirada de sus ojos ligeramente estrábicos.
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