Cecilia Bartoli es una mezzo de voz poderosa. Sólo una cantante de su capacidad podía abordar un proyecto como SACRIFICIUM, doce piezas musicales compuestas en los siglos XVII y XVIII para ser interpretadas por castrati.
El disco, de una gran belleza i virtuosismo, pretende al mismo tiempo sensibilizarnos sobre un capítulo de la historia europea, en el que la iglesia católica tuvo un gran protagonismo (como no!), y en el que se era capaz de sacrificar a miles de púberes (se habla de 3.000 anuales en la zona de Nápoles) en la búsqueda de la belleza, en este caso, de la voz.
Cecilia Bartoli consigue que su voz suene masculina y femenina, de adolescente y de adulto y con una potencia y profundidad poco habitual en la voz femenina: el efecto que hace unos siglos se buscaba en los castrati.
El disco está a la venta y tiene éxito, también, entre los poco habituales a la música clásica. Esta vez calidad y popularidad van de la mano.
Sirva de homenaje a tantas víctimas de la decadencia y la perversión (hoy se podría aplicar a las modelos anoréxicas).
A mi me gusta especialmente Parto, ti lascio, o cara, de Nicola Porpora, propietario de la scuola dei castrati en la que se preparaba a los más privilegiados, los más capaces. Otros menos afortunados acababan de clérigos, en los coros eclesiásticos o los peores, muertos o dedicándose a la prostitución.
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