
Vuelve el verde insultante, las fértiles laderas, la sensibilidad y la injusticia ancestral.
Ahora que todavía tiene sentido la armonía, que el pasado resiste el vértigo del tiempo y lo auténtico compite con la deslocalización y el FMI.
A pesar de las bajas fruto de los combates cotidianos, de las renuncias propias del armisticio, de la imposible ecuación espacio-tiempo, se hace apremiante la llamada de oriente.
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