Es cierto: en la nostalgia hay siempre una cierta tristeza fruto, supongo, de la rendición.
No, no es un reproche, no caben los reproches: la amistad, la pasión, el derroche... han de ser actos generosos y libres, que dejen cicatrices perennes, profundas y exclusivas.
¿Es el dolor o el placer lo que te ha hecho más fuerte? ¿es la renuncia o el atrevimiento? ¿es querer conservar o arriesgarte a ser libre?
Es posible que pasen más trenes nocturnos y que los recuerdos sirvan como alimento a la pasión debilitada. O también que, en tiempos de renuncia nos baste acariciar la cicatriz bajo la ropa.
1 comentari:
No puc deixar de llegir-te, amic.
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